jueves, 7 de enero de 2010

OJO CON LA OFENSIVA IMPERIALISTA Y LA DERECHA CRIOLLA


Hace pocos días, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, denunció públicamente una conspiración militar para desestabilizar su gobierno. Esos planes son firmemente apoyados por una minoría oligárquica que, desde las sombras, ha observado con extrema odiosidad cómo en esa nación el pueblo soberano empuja hacia su real independencia nacional y hacia la integración política con pueblos hermanos, en el marco del ALBA y otros sistemas multinacionales como UNASUR y el GRUPO DE RIO.
También, hace pocos días, en Brasil se ha develado una fuerte resistencia militar a la investigación de torturas, ejecuciones y desapariciones durante las dictaduras castrenses que se impusieron allí, y que fueron "modelo" político, económico, militar y en aplicación del terrorismo de Estado en países como Chile, Uruguay, Argentina, Paraguay y Bolivia.
Medios de prensa del Brasil hablan del intento de un "golpe blando" en contra del gobierno del presidente Lula, quien mantiene una alta popularidad en su pueblo.
También el presidente del Paraguay ha denunciado presiones militares en su contra.
A estas alturas, hay pruebas contundentes de que el golpe militar en Honduras es parte de un plan mayor del imperio norteamericano, que tiene como claro objetivo frenar el avance de los procesos emancipadores en el continente y detener, incluso con violencia, los caminos de la integración bilateral y multilateral.
Avalado por un espurio "Premio Nóbel de la Paz", el gobierno de Obama ha tomado una fuerte ofensiva y explicita que los caminos de la guerra de invasión son el sano y legítimo camino "para la paz".
Los gobiernos europeos de derecha y de una mal llamada "socialdemocracia", una vez más se han sumado al imperio norteamericano, y Europa sigue jugando el triste y lamentable papel de "anciana arribista que se nutre de la usura" del Tercer y Cuarto mundos para intentar los favores de los Estados Unidos.
Tan peligrosas como las bases militares norteamericanas en territorio colombiano, son las instaladas en Panamá y la Flota reactivada por el pentágono que mira hacia el Sur.
Hay un completo movimiento militar norteamericano en torno a Venezuela.
En Chile, Piñera ha declarado muy abiertamente su extrema amistad política y personal con Uribe, jefe de Estado colombiano que está a la cabeza de estas operaciones conspirativas. Más aún, junto al senador Espina recibieron del alto mando militar colombiano (mando que aplica el terrorismo de Estado en esa nación) los planes para aplicar en nuestro país lo que ellos autodefinen como "la doctrina de seguridad democrática" y que consiste en la militarización de la represión en contra de los movimientos sindicales y sociales y de la izquierda política, a la cual realmente temen.
Tanto Piñera como Espina le dieron absoluta credibilidad a los planes e informes que recibieron en Colombia. Al igual que el diario La Tercera.
El diario La Tercera ha sido usado como instrumento para intentar legitimar en Chile esta acción que proviene del gobierno colombiano, y en algún momento deberá hacerse responsable de todas las acusaciones que, bajo un supuesto formato periodístico, han lanzado en contra del Partido Comunista, sus dirigentes y militantes; en contra del pueblo mapuche y otros movimientos sociales emancipadores chilenos.
La derecha que representa Piñera ha resistido tenazmente la integración de Chile a UNASUR.
Al parecer, no hay por dónde perderse. Salvo que, como Marco y su vocero político, Colodro, y ahora el piñerista Patricio Navia y ex marquista, se crea que es "un invento de la izquierda conservadora" advertir del riesgo de Piñera en La Moneda.
En los 12 compromisos, Eduardo Frei ha asumido la línea de fortalecer UNASUR y una política de paz para toda la región. Esto no es menor, en el contexto de lo que se comienza a configurar en el continente.
La "izquierda conservadora" chilena tiene alguna experiencia en resistir, en territorio chileno, a dictaduras. También en enfrentar a gobiernos de derecha. No es el miedo lo que la moviliza, aunque esta "izquierda conservadora", precisamente por eso, no cultiva el "masoquismo político" porque cree saber lo que es el dolor de un pueblo.
Lo señalamos una vez más: la derecha criolla no es democrática. Otra cosa es que se le haya dado carta de "fuerza democrática" para legitimar la nefasta "política de los acuerdos y consensos" que ahora hace crisis. De ello, históricamente, deben hacerse cargo la Concertación y también quienes levantaron la candidatura de Marco.
Hoy, la oportunidad de futuro es la convergencia de todas las fuerzas democráticas con dos objetivos claros: parar a la derecha y generar los cambios sociales y políticos democratizadores que Chile grita y necesita.


Por Juan Andrés Lagos

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